Los laicos sostienen a la Iglesia

Lila Ortega Trápaga
«La dignidad de los fieles laicos se nos revela en plenitud cuando consideramos esa primera y fundamental vocación, que el Padre dirige a todos ellos en Jesucristo por medio del Espíritu: la vocación a la santidad, o sea a la perfección de la caridad. El santo es el testimonio más espléndido de la dignidad conferida al discípulo de Cristo.». Christifideles laici #16
Quiso la crisis de salud golpear a la Iglesia, pero el ardor en la administración de los sacramentos se renovó en los sacerdotes. Quiso la crisis económica detener el amparo de la Iglesia a los desprotegidos, pero los laicos asumieron que, al no poder contemplar a Cristo en el altar, lo encontrarían en los hermanos que sufren, en los enfermos, los huérfanos y los hambrientos.
La Iglesia tomó un rumbo que el mundo no esperaba, y por tanto, no comparte en los medios; grupos numerosos de cristianos llevando despensas, preparando alimentos, donando su tiempo y dinero. Empresarios feligreses que no desampararon a sus empleados, y asumieron la crisis de manera equitativa, sin abandonar el Evangelio confiando en la Providencia Divina.
Los laicos asumieron su papel de defensores de la vida, procurando la dignidad de cada prójimo a su paso, incluyendo a sus párrocos, quienes ante la falta de fieles presenciales, dejaron de obtener lo necesario para sostener a sus empleados, pagar los servicios de los templos y comprar sus víveres. En las comunidades, hay quienes comparten sus alimentos llevándole al padre de lo que prepararon. En la ciudad, hay quienes transfieren o acercan una despensa para consumo de quienes habitan la casa parroquial.
Dios Nuestro Señor sabrá tomar en cuenta la generosidad de las familias que no dieron poco o mucho, sino que compartieron de lo que poseían. Serán recompensados al ciento por uno, es promesa del Señor. Cada uno, según nuestras posibilidades, debemos recordar que como miembros de la Iglesia de Cristo, somos partícipes y corresponsables de esta misión que incluye el sostenimiento de las obras sociales.
«El Reino de Dios, presente en el mundo sin ser del mundo, ilumina el orden de la sociedad humana, mientras que las energías de la gracia lo penetran y vivifican. Así se perciben mejor las exigencias de una sociedad digna del hombre; se corrigen las desviaciones y se corrobora el ánimo para obrar el bien. A esta labor de animación evangélica están llamados, junto con todos los hombres de buena voluntad, todos los cristianos y de manera especial los laicos». san Juan Pablo II, Centesimus annus # 25