Arquidiócesis de Xalapa

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Quieren acabar con la violencia, pero buscan institucionalizar una forma de violencia

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Pbro. José Juan Sánchez Jácome

No se había experimentado una alegría colectiva desde aquel 20 de marzo en que comenzó el confinamiento. Pasan las semanas y los meses de esta pandemia dejando a su paso mucha tensión y sufrimiento ante la propagación de los contagios y la muerte que ha llegado a los hogares de tantas familias.

El desgaste moral y emocional es notorio y preocupante por las pérdidas que ha provocado este confinamiento, así como por el estado de ánimo generalizado que es de tristeza, miedo y desesperanza. El día a día de miles de familias está lleno de tensiones y sufrimiento por todas las consecuencias que desencadena una pandemia como ésta.

El panorama político hace más pesada esta carga y genera mayor preocupación porque queda la sensación de que la clase política no respeta ni tiene en cuenta el estado de ánimo que reina en toda la sociedad. Cuando la prudencia, la cordura y el sentido común piden silencio, compromiso y respeto ante la tragedia que se está viviendo, los gobernantes generan polarización y se obstinan en conducirse con prepotencia y cerrazón, desconociendo y pasando por alto el hecho de que nuestro pueblo está herido.

Le duele muchísimo al pueblo que sus gobernantes no tengan la sensibilidad y la cordura para conducirse de manera respetuosa ante el luto, el sufrimiento y la escasez que se padece en millones de hogares. No se esperaba una actitud indolente como ésta, lo que abona al ambiente de desánimo y desesperanza que prevalece en la sociedad.

De ahí que se haya vivido con júbilo y esperanza el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que rechazó el proyecto para despenalizar el aborto en nuestro Estado, el pasado miércoles 29 de julio. Cuánto pesaba e indignaba el hecho de que en un ambiente de muerte provocado por la pandemia se quisiera imponer un mecanismo de muerte a través de nuestras instituciones democráticas.

Las evidencias científicas sobre el inicio de la vida ahí están, la fundamentación racional es irrefutable, la estimativa moral de nuestro pueblo que lleva en su alma los valores humanos es característico y esencial en nuestro país. Pero a pesar de todos estos argumentos y fundamentos no han parado los asaltos a la razón, a la ciencia, al sentido común y a los valores para imponer una ideología que niega sistemáticamente la realidad para implantar un modelo antropológico contrario a la razón, al sentido común, a la ciencia y a los valores del pueblo de México.

Se dio una explosión de alegría y celebración siendo conscientes que no es una victoria definitiva, pues ahí está la agenda y política de género que goza del apoyo y las facilidades de las autoridades.

En esta lucha centenaria se seguirán presentando argucias legislativas y presiones políticas para pervertir las instituciones e intentar la imposición ideológica del aborto.

Nunca nos imaginamos que el pueblo tuviera que defenderse de sus propios representantes sociales. Las instituciones fueron creadas para salvaguardar la vida, para aplicar la justicia y para garantizar el bien común. Y es lo que de manera inaudita el pueblo tiene que recordar a todos los servidores públicos llámense gobernantes, legisladores, jueces, ministros y demás.

No ha importado que el pueblo esté herido y afligido como consecuencia de esta pandemia que ha diseminado muerte, pobreza, tristeza, enfermedad y sufrimiento. Nunca habrá un tiempo ideal para discutir o legislar la muerte, pero este es un pésimo momento que refleja el nivel de insensibilidad de algunos servidores públicos.

Ni siquiera el sufrimiento, la enfermedad y las lágrimas de nuestra gente han detenido un procedimiento de suyo perverso por querer imponer la muerte de los más inocentes e indefensos de nuestra sociedad.

El panorama sigue siendo complicado y el dolor de nuestro pueblo aumenta tanto por las consecuencias de la pandemia como por el flagelo de la violencia. Es inconcebible que queriendo acabar con la violencia, busquen con el aborto institucionalizar una forma de violencia.

Por eso el pueblo sintió alivio y alegría ante este fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que por esta ocasión para en seco los intentos de aprobar un mecanismo de muerte contra los más débiles e indefensos de nuestra sociedad.