Arquidiócesis de Xalapa

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BAUTIZADOS NECESITADOS DE EVANGELIZACIÓN

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P. Carlos Carmona Montano.

El Bautismo es el "fundamento de la existencia cristiana" (TMA 41). Esta vida cristiana que los hijos de la Iglesia acogen por el Bautismo es la única vida verdaderamente humana: "Dios nos ha dado vida eterna y esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo, tiene la vida; quien no tiene al Hijo, no tiene la vida" (1Jn 5,11-12). Sin embargo un buen porcentaje de bautizados no vive ni cultiva plenamente esta Vida recibida en el bautismo.

Sucede que la mayoría de los bautizados en la Iglesia Católica piensa que basta con ser bautizados, con hacer la comunión y la confirmación, para ser grato a Dios, sin importar el cambio de corazón, ni la práctica de los sacramentos. De hecho, es el pensamiento de la inmensa mayoría de los adultos, que luego los niños y jóvenes continúan. Una vez finalizada la Confirmación y el catecismo para la Comunión, desaparecen de la Iglesia, creyendo que basta esta práctica para entrar al Reino de los cielos, sin importar ni la conversión ni las buenas obras.

El desarrollo del don de la vida cristiana recibido por el Bautismo supone un esfuerzo consciente de lucha y combate, no basta con ser bautizado, sino que es necesario abrirse al dinamismo del Bautismo para, cooperando con la gracia recibida, irse transformando cada vez más, "hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo" (Ef 4,13).

En los comienzos de la Iglesia se bautizaba sólo a los convertidos. Quien pedía formar parte de la comunidad cristiana tenía que pasar primero por un proceso largo de evangelización y debía dar también muestras de que su vida había cambiado. La tarea que hoy tiene la Iglesia es al contrario: convertir a los bautizados.

¿Qué tenemos que hacer? Reevangelizar, tenemos que hacer una pastoral de evangelización en los bautizados. Se trata de que la Iglesia adopte una opción de proclamar el Evangelio de Jesús a bautizados que nunca han vivido un camino de conversión primera y consciente al Evangelio de Jesús, a cristianos que nunca han vivido el bautismo recibido cuando pequeños.

Lo que más necesita la Iglesia es una nueva y verdadera evangelización, que comience, precisamente, por la presentación de la persona viva de Jesús y que lleve a los evangelizados a tener una experiencia real de la salvación en Cristo Jesús.

Primero se debe presentar la persona de Jesús, que es centro y base de la Evangelización. Después, solo después, y siempre después, se han de exponer las verdades, leyes y exigencias de ese Jesús. La evangelización tiene un proceso propio que no se debe invertir.

La primera parte de la evangelización se llama Kerigma y consiste en la presentación de Jesús con sus tres grandes títulos: Salvador, Señor y Mesías. Es la proclamación de la muerte, resurrección y glorificación de Jesús.

El Kerigma es el cimiento de la construcción. Por eso la Catequesis no suple ni antecede al Kerigma, el cual es ante todo vida. Después, y sólo después, vendrá todo lo demás.

El cristianismo es Vida. La primera descripción que se hace del cristianismo en el libro de los Hechos de los Apóstoles es precisamente de esa manera: "... digan al pueblo todo lo referente a esta nueva Vida": Hech 5,20.

Por ello, lo más urgente en estos momentos de la vida de la Iglesia es presentar el Kerigma a los que han sido bautizados pero que todavía no han tenido un encuentro personal con el Señor y no viven su filiación divina; a los que han sido confirmados, pero que jamás han experimentado el poder del Espíritu; a los que van a Misa los domingos, pero su vida no es una Eucaristía que consagre el mundo a Dios; en fin, a todos los que reciben los sacramentos, pero que todavía no han tenido la experiencia real y concreta de la salvación en Jesús.

El reto no es el de conducir a los destinatarios de la Nueva Evangelización hacia una novedad inédita, sino a reconocer en sí el don siempre nuevo de la vida cristiana, recibido en el Bautismo.