Arquidiócesis de Xalapa

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Padecí Covid19 en el servicio

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Cáritas Xalapa

Hace 9 años el padre José Juan Sánchez Jácome en ese momento nuestro párroco, me invitó a ser la coordinadora de Cáritas parroquial y ese día de verdad creo que ha sido uno de los mejores días de mi vida porque ha sido el mejor regalo que pudo darme Dios para poder dar este servicio, un verdadero privilegio, porque no fui yo quien lo buscó, sino Él vino a mí de una manera tan sencilla, tan humana que la verdad me siento bendecida al dar este servicio.

Antes de iniciar con este servicio, vivía en el mundo jubilada con una pensión digna que no sentía la necesidad de alguna otra cosa, pero los caminos de Dios son inescrutables; ni sabía que existía Cáritas ni lo que hacía, cuando me piden esto no sabía ni de lo que se trataba, pero al ir escuchando los casos, al ir viendo las necesidades de la gente en las colonias, de verdad me he sorprendido porque dije “Señor, tú sabes qué es lo que quieres de mí”, soy soltera, no tengo hijos y esto me dio el tiempo para poder ayudar a la gente más necesitada.

En marzo de este año, cuando se dio a conocer que la pandemia ya estaba en Veracruz y que todas las actividades escolares se suspendían y lo relacionado a eventos masivos también, las Eucaristías, los gimnasios, los restaurantes, centros comerciales se cerraron, mucha gente se quedó sin empleo y sin ingresos para la alimentación de su familia.

La Iglesia como siempre no se quedó con los brazos cruzados y en el mes de abril iniciamos con un proyecto en coordinación con nuestro párroco el padre Juan Beristáin de los Santos, llevar comida caliente a las familias más necesitadas del territorio parroquial, el programa de ayuda alimenticia Sergio Obeso Rivera en los meses de mayo, junio y julio, entregando 22 mil comidas en ese tiempo, ayudando a muchas familias que en ese momento se habían quedado ya sin recursos.

Así, estuvimos trabajando más de 50 personas en esta noble labor de servicio, donde la gracia de Dios nunca nos abandonó, pues la ayuda económica siempre fue generosa. El trabajo marchaba de manera tan buena, que llegué a pensar que sólo se contagiaban los que no tenían fe en Dios.

Pero a finales de julio y principios de agosto, Dios pondría a prueba mi fe y me contagié de Covid19. Con las medidas de higiene que consideré necesarias tomar, desinfectando y acatando las indicaciones, más nunca me sentí tan protegida como en esta ocasión, donde mi familia jugó un papel muy importante en el cuidado para mejorar mi salud, donde aparecieron hermanos que auxiliaban por todos lados y eso sólo se puede explicar con el amor de Dios derramado en mi vida, así como la oración de mis hermanos de comunidad.

Otros héroes que estuvieron siempre en estos momentos difíciles fueron los doctores propios de Cáritas que siempre estuvieron al pendiente de mi salud, dándome las indicaciones necesarias para que la enfermedad no fuera tan severa.

Mi experiencia en esta pandemia, es ver la misericordia de Dios, que no se deja ganar en generosidad; estoy contenta y de regreso trabajando un poco con el padre Juan Beristáin porque queremos iniciar un segundo programa y ahora ya no será de comida caliente, sino entrega de despensas dentro del territorio parroquial. Esperamos realizarlo cada 15 días pudiendo ayudar a la gente más necesitada.

A todos aquellos que se han contagiado, hay que cuidarse para salir adelante, mucho ánimo, Dios nos ama y nunca abandona a todos aquellos que confiamos en su misericordia.