Arquidiócesis de Xalapa

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Perdonar las injurias de los demás

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José Antonio Serena González

Las obras misericordia se han convertido en estos últimos meses en un método ideal para poder acerarnos a los hermanos en estos momentos de confinamiento.

Esta semana analizaremos la cuarta obra de misericordia espiritual, estamos hablando de perdonar las injurias de los demás.

Para comenzar tenemos que tener el claro lo que significa injurias. Jurídicamente, las injurias están consideradas como hechos o manifestación de opiniones que atenten contra la dignidad de una persona, lesionando su fama, honor o propia estimación. Las injurias pueden emitirse de forma verbal, por escrito o de forma gráfica.

En pocas palabras estamos hablando de perdonar las ofensas de los demás. Que difícil le resulta al ser humana perdonar, sobre todo porque la mayoría de las veces (y sobre todo en esta época de pandemia) las ofensas vienen de gente que queremos y amamos. Es aquí en donde se manifiesta en su esplendor la obra de misericordia, porque en perdonar al que amamos no solo al desconocido. Si fuese así no tendría el mismo mérito.

El perdón es un tema que se ha discutido de generación en generación, hasta en nuestra jerga popular existe el dicho “perdono, pero no olvido”. De alguna manera este tipo de dicho he ido generando cierta ejecución de él, debido a que el dolor nos hace experimentar o contemplar cosas de nuestro actuar que tal vez ni nosotros conocíamos, además que nos lleva a un estado de vulnerabilidad muy alto y es difícil poder superar esas sensaciones.

En lo particular pienso que el dicho está mal y lo hemos hecho al revés, porque al pasar de los años, nos olvidamos de las injurias u ofensas, pero no hemos perdonado, por ello cuando llegar un recuerdo, una sensación, o realizamos una actividad que evoca al momento de la ofensa, regularmente nuestro ser se irrita y vuelve precisamente al momento y estado de dolor.

Perdonar no surge de la noche a la mañana, debemos en primer lugar reconocer que hay algo que nos está causando dolor, en segundo lugar, no evadirlo por el contrario hacerle frente y trabajar (con guía espiritual o ayuda psicológica) en la persona que nos ofendió.

Finalmente, el cristiano está llamado a perdonar siempre, el mismo Jesús nos lo enseño, y nos lo enseño en situaciones extremas, recordemos con estando en plena agonía en la cruz exclama con sus últimos alientos: “Padre perdónalo porque no sabe lo que hacen”.

Y no olvidemos “si perdonamos a los hombres sus ofensas, también el Padre celestial nos perdonará. Pero si no perdonamos a los demás, tampoco el Padre nos perdonará. Mt 6, 14-15