Arquidiócesis de Xalapa

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Cultivando la responsabilidad en los hijos

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Lic. Gloria Dávila Galicia

La responsabilidad es una virtud que nos lleva a asumir las consecuencias resultado de las decisiones que tomamos al actuar. Es el cumplimiento de las obligaciones o compromisos adquiridos.

Por supuesto que como padres no podemos pretender que los hijos salten del nido, si nunca se les ha permitido ejercitar sus alas. Si los empujamos en ese momento seguramente se estrellarán contra el suelo.

Existen varios tipos de padres, entre ellos están los que actúan entre dos polos muy perceptibles, los padres sobreprotectores y los padres permisivos.

En los padres sobreprotectores observamos que el amor que tienen por sus hijos los lleva a la sobreprotección, y en un mundo tan peligroso y desafiante, como en el que ahora vivimos encuentran una buena justificación para su actuar.

En los padres permisivos observamos que en el ánimo de que los hijos maduren se les expone a un mundo que no conocen y al cuál no saben hacerle frente.

En ambos casos observamos que es en la adolescencia donde salen a relucir las carencias de la instrucción ya que dar libertad sin la preparación adecuada provoca en los jóvenes comportamientos disfuncionales, conductas de alto riesgo baja autoestima, inseguridad y pueden ser fácilmente influenciables.

Estos jóvenes no se conocen, no reconocen sus gustos, ni necesidades, no tienen un criterio personal, su conducta es desafiante y por supuesto que no aceptan las consecuencias de sus decisiones. Tener que tomar una decisión importante hace que se sientan abrumados y con mucho miedo.

A algunos padres posibilitar la toma de decisiones a sus hijos les puede parecer una amenaza a su autoridad. Nada más lejos de la realidad porque la responsabilidad se ejercita y es un valor íntimamente relacionado con la confianza.

Recordemos que los hijos aprenden de la observación, por lo que los padres deben ser modelo a seguir, dando ejemplo con sus acciones. Permitir que hagan cosas, al principio bajo su instrucción y supervisión, con una norma o limite establecido y poco a poco una vez que se han ganado la confianza de acuerdo a su edad darles autonomía, permitiéndoles que tengan sus aciertos y equivocaciones,

Lo más importante es mantener un dialogo constante, sin sermones, hay que valorar su esfuerzo para llevarlos a la reflexión de ¿por qué? el éxito o el fracaso que obtuvo y como puede mejorar, con ello se le brinda la oportunidad de desarrollar el compromiso, la perseverancia y la seguridad.

Nunca es tarde para que los hijos aprendan el valor de la responsabilidad, desde pequeños se les pueden encomendar pequeñas tareas, hay que buscar el equilibrio entre la protección y el dejar hacer, los padres deben entender que no son la agenda de los hijos.

La responsabilidad es un signo de madurez, que refleja las consecuencias de las decisiones que se toman en los roles de la vida (como hijos, como padres, como amigos, como empleados, como directivos) para uno y para los demás.