IV Coloqio de Derecho Canónico de la Pontificia Universidad Gregoriana
Por Pbro. Lic. Elías Soto Córdoba
Cada dos años la facultad de Derecho Canónico de la Pontificia Universidad Gregoriana organiza un coloquio, es decir, un diálogo de actualización y convivencia dirigido especialmente a los ex alumnos de dicha facultad.
El que escribe estas notas estudió en dicha facultad y como representante de la Asociación Mexicana de Canonistas asistió a dicho evento. Para el continente americano se ofrecen los coloquios en E.U., en México, en algún país de Centro América y otro para Sudamérica. Los tiempos de la pandemia interrumpieron estos coloquios. En febrero de 2023 le tocó a México retomar estos encuentros y por eso nos dimos cita en el Puerto de Veracruz para el X Coloquio.
En este año 2024 le tocó a Panamá ser sede del IV Coloquio para Centro América. Todos los días se celebra la Santa Misa y se tienen dos conferencias por la mañana y dos por la tarde. Al término de las conferencias se tiene el coloquio, es decir, el diálogo con los ponentes y entre los participantes. Llama mucho la atención que mientras un conferencista está exponiendo su ponencia el resto de ponentes está escuchando lo que los demás están diciendo y esto ayuda mucho para que la doctrina enseñada sea conforme al Magisterio y al Derecho de la Iglesia y todas las dudas queden respondidas. Es muy común que un maestro cuestione a otro.
De los “romanos”, es decir, de parte de la Universidad Gregoriana de Roma vinieron seis, entre ellos el Cardenal Gianfranco Ghirlanda, quien en su momento fue el decano de la facultad de derecho y rector de la misma Universidad. Un sacerdote de inteligencia muy brillante y sencillo en su estilo de vida que, aunque siendo cardenal, es presbítero. Un grupo nutrido fueron los anfitriones, es decir, los “panas” o “canales” (panameños doce). Otro fue el de los ”ticos” (costarricenses siete). De los “chapines” (guatemaltecos solo uno), los mismo que los “catrachos” (hondureños solo uno), también un “nanai” (chilenos ) y “aztecas” o “taqueros” (mexicanos dos). Un total de treinta participantes.
Desgraciadamente los “nicas” (nicaragüenses) que siempre asisten no pudieron acudir dado el anticlericalismo que se vive en el país.
La ciudad de Panamá es famosa por el canal que une el Atlántico con el Pacífico. Es la parte más angosta del Continente. El miércoles después de la comida nos llevaron de paseo a conocer el canal y su funcionamiento. Son 80 km de travesía sobre el río Chagres que ahorra muchísimo tiempo y dinero ya que de otra forma una nave que debe ir de un océano a otro tendría que bordear toda la costa sur del continente hasta la Patagonia, lo cual implicaría varias semanas de travesía. Entre ocho y diez horas los barcos pueden ir de un océano al otro. Eso sí, los barcos hacen días de espera para poder cruzar el canal que con sus esclusas (compuertas) y aprovechando las aguas de los lagos artificiales de Gatún, Alhajuela y el de Miraflores hacen posible este milagro de Dios y de la ingeniería humana.
La influencia gringa es muy notoria en la ciudad de Panamá: la moneda local es el balboa que tiene un valor equitativo al dólar pero, de hecho, al menos para los extranjeros, todo se paga en dólares. Los horarios de las comidas y muchas construcciones son similares a los de E.U. El canal es de pleno dominio de los “panas” a partir del 31 de diciembre de 1999.
Panamá está bajo el patrocinio de Santa María La Antigua. La imagen sevillana se encuentra en la Catedral ubicada en el casco viejo de la ciudad que conserva el estilo colonial. El 9 de septiembre del año jubilar 2000 los obispos de la Conferencia Episcopal proclamaron oficialmente que toda la República de Panamá se encontraba bajo la protección de Santa María La Antigua. A ella nos encomendamos.
¿Qué aprendimos del coloquio? fueron muchas las enseñanzas pero hubo un hilo conductor siguiendo al magisterio del Papa Francisco: que la Iglesia y todas sus instituciones (curias diocesanas, tribunales, consejos, oficinas, parroquias…) deben vivir en sinodalidad, es decir, en comunión, donde, a través del discernimiento en la oración y el diálogo, se toman decisiones en una actitud de apertura hacia la misión o evangelización para ofrecer a todos , como un reglado de Dios, la “salus animarum” (la salvación de las almas) que en la Iglesia es la ley suprema.